Por Pablo Pozurama para Ktarsis (VER VIDEO)
Carta de Diego Maradona, un año después
“Yo crecí en un barrio privado… privado de luz, de agua, de teléfono”, sin embargo “Mis sueños son dos. Mi primer sueño es jugar el Mundial y el segundo es salir campeón de Octava.” Y por si quedaban dudas lo explico: “De los apodos, el que más me gustó es Pelusa, porque me devuelve a la infancia. Me acuerdo de Fiorito, cuando jugaba por el sandwich y la Coca. Aquello era más puro” porque “Cuando me dicen que soy Dios, yo respondo que están equivocados. Soy un simple jugador de fútbol. Dios es Dios y yo soy Diego.”
Y les digo que es imposible olvidarse de ciertas cosas “Me siento orgulloso de mi papá, quien siempre me llevó a entrenar, pese a todas las dificultades del mundo. Había veces que tenía que ir a pedir plata para poder pagarme el colectivo, o cuando era chico y llegaba la hora de la comida, mi vieja decía: ‘Me duele el estómago’. ¡Mentira! Era porque no alcanzaba y quería que comiéramos nosotros.”.
Y el futbol te da alegrías, tristezas y revanchas. “Cuando el Flaco me llamó para entrar, me temblaban las piernas” y después “tenía ganas de putear a Menotti cuando me dejó afuera en el ’78.”
Porque el futbol tiene eso, “Llegar al área y no poder patear al arco es como bailar con tu hermana” o como cuando le ganas a River que “es como que tu mamá te venga a despertar a la mañana con un beso.
Y al fin de cuentas, a quien le importa si “Pelé debutó con un pibe”, si “Chilavert es un buchón”, si “Grondona es tan rápido que le pone un supositorio a una liebre”, que “Con Bilardo nos cagamos mil veces a trompadas en una pieza”, que “Basile se emborrachó con dos Copa América”, o que “Passarella y Gallego se olvidaron de que tomaron cerveza, vino y otras cosas”, si al fin de cuentas “acá uno se cree Napoleón, otro se cree un rey y yo digo que soy Maradona y nadie me cree”.
Y no le voy a esquivar al bulto, porque nunca lo hice, “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha.”. Y les voy a decir la verdad, “La primera vez que me drogué fue en Europa, en el ’82, tenía 22 años y fue para creerme vivo”, y ese fue mi peor error, no te imaginas lo que era ese infierno. “Muchas veces me he dado un saque, he querido agarrar la pelota y no pude. Mi cerebro daba órdenes y mi cuerpo no las cumplía.” Por eso te digo: “¿Sabés qué jugador hubiese sido sin la droga?”. Y a veces veo las campañas que hacen y no entiendo nada: “No sé quién es el publicista de turno, pero ese cartel ‘maldita cocaína’ no tiene nada que ver. Tenemos un país donde siempre se empieza a construir por el techo.”
Y en Europa no fue fácil tampoco, a Barcelona fui “con mucha ilusión, pero el catalán es especial. La gente me trató bastante mal, como si fuera un enemigo”,
Después, en Italia fue distinto, aunque me tuve que pelear con los poderosos y gritarles en la cara “Esto es para la Italia rica, que se piensan que Nápoles es el norte de Africa”.
Llegó el tiempo de la selección y hubo muchas críticas en el camino, pero “antes no había fechas FIFA, los clubes te retenían el pasaporte. Aquel era otro fútbol, era otro mundo. Yo no me borré. Nunca me saqué la camiseta de la Selección”.
Y llegó el mundial y toqué el cielo y sin dudas te aseguro que “fue la mano de Dios” la que me ayudó a cumplir mi sueño para vos y para todos los argentinos. Y de chico “Jamás me imaginé que iba a salir al balcón de la Casa Rosada a saludar a la gente. Me sentí el presidente”.
Después vino el 90´y el 94´y ahí llegó el paso de facturas por parte de los más poderosos, vos sabes que yo “me preparé como nunca y ahora escucho que todos hablan de efedrina. Siento que me cortaron las piernas”. Acaso a alguien le quedan dudas que esto no es “es una vendetta porque los eliminamos en el Mundial”.
Y como no iba a enfrentar a los poderosos “sí, soy cabecita negra. Nunca renegué de mis orígenes…” Un día “entré al Vaticano y vi el techo de oro. Me dije: ‘Cómo puede ser tan hijo de puta de vivir acá y después besar la panza de los nenes pobres’. Y ahí dejé de creer.”
A la Iglesia, igual que al cartonero Báez, “se le escapó la tortuga”. Hay que revelarse contra el poder, porque sino “un día Macri va a querer que el fútbol se juegue con un dado”, y a los futbolistas les digo que “tenemos que luchar por un gremio fuerte, porque la gente no va a la cancha por los dirigentes”. Si bien algún día “A Toresani le dije en la cancha que vivo en Segurola y Habana, séptimo piso, y vamos a ver si me dura 30 segundos”, era parte del folclore porque estamos todos en el mismo barco, como decir que “a River se le cayó la bombacha”, eso es el condimento del fútbol.
Ojo, hay folclore por todos lados eh, en las eliminatorias para Estados Unidos “Al café le ponían algo y por ahí corríamos más. Eso Grondona lo sabía. Para jugar con Australia te daban un café veloz”.
Y con la prensa muchas veces cruzamos la raya, “Ya les dije que acá no quiero a nadie… Y los voy a seguir lastimando. Acá no quiero que les rompan los huevos a mis hijas” le dije una vez, y cuando se olvidaron de todo se los tuve que recordar: “A los que no creyeron en mí, con perdón de las damas, que la chupen y que la sigan chupando”.
En ese mundial, me quedé sin fuerzas, pensé: “es una trompada de Muhammad Alí, no tengo fuerzas para nada”. Y “cuando me pinta el bajón, pongo ‘El Chavo’ y se me pasa todo”, porque vos sabes que “es imposible tener quieto a Maradona”, y mi última advertencia fue “Del Lobo y de Estancia Chica me va a tener que sacar la gendarmería”, y ahí elegí quedarme hasta el final.
Pero no te pongas triste, no te olvides que “Si Pelé es Beethoven, yo soy Ron Wood, Keith Richards y Bono, todos juntos”, y sobre todo, no te queden dudas que “Pase lo que pase, dirija quien dirija, todo el mundo sabe que la camiseta diez de la Selección seguirá siendo mía para siempre”.